De todos es sabido, y sino así te lo hago saber, que cenar en los albergues es uno de los momentos que se pueden convertir en mágicos
Cenar en los Albergues del Camino de Santiago
Cuando la idea de hacer el Camino de Santiago va cobrando cada vez más importancia entre mis «próximos destinos», solemos ponernos a investigar en paginas web y grupos de redes sociales como planificar mi camino. Cuantos días tengo, que tiempo puedo estar, cuantos kilómetros diarios voy a hacer, donde voy a dormir, donde voy a comer, que presupuesto económico tengo. Estas son cuestiones comunes en los peregrinos. Pero sobre sobre todo y más importante es, ¿que tengo que llevar? y ¿que es necesario para hacer el camino de Santiago?
Al principio no sabes lo que te aporta cenar en los albergues
Y es que nuestra forma de ser y en la que nos ha enseñado esta sociedad, es intentar tener todo controlado… jajajaja. Y ¿sabes que pasa? que la magia aparece cuando no lo esperas. Por eso es tan especial el Camino, porque cuando estás con los pies destrozados y decides pararte ya en el siguiente albergue (no el planificado), puede resultarte incómodo pues tu cabeza te dirá que no has conseguido el propósito del día. Mientras te duchas, lavas la ropa y haces todas las rutinas diarias al llegar al albergue, estás en plena lucha con tu mente. Ésta te dice que porqué te has parado sin conseguir la meta diaria y gracias a estos pensamientos y conversación interna, empiezas a saborear la frustración. No te preocupes que el destino te tiene una recompensa ¡seguro!
¡Hora de Cenar en el albergue!
Pues aquí está tu contrapartida para reducir esa frustración: Cenar en el albergue. Y es que en la mayoría de estos, vas a tener la ocasión de compartir la cena con otros peregrinos. Y te puedo asegurar que esto hará que dejes de darle importancia a lo de «llegar a lo que has marcado» y empezarás a sentir que lo verdaderamente importante es vivir la experiencia plenamente y saborear todo lo que ésta aventura nos va a brindar.
Y es que cenar en los albergues se pueden convertir en momentos mágicos. Momentos de fraternidad, momentos de compartir lo que tienes, momentos de compartir tu experiencia con otros, momentos de abrirse a los demás. Momentos en los que dejarás que aflore tu verdadero ser, tu esencia. Momentos sin mascaras, momentos en los que se para el tiempo, momentos de sutileza, momentos de FELICIDAD.
Una guitarra, una canción, un ¡»para bailar la bamba»!…
Todo cambia después
A partir de esas vivencias, te das cuenta de que estás en un sitio sin igual, en una experiencia que te va a marcar. Ya no importan tanto los dolores de pies ni las ampollas. Ya no importan los kilómetros que haces diariamente, ya no importan las horas, ya no importan ni siquiera el destino final. Sólo importa vivir el momento. Solo importa tu siguiente respiración, que ahora es profunda y pausada como nunca. Importa el trinar de los pájaros, y el soplar del viento en los altos arboles. Importa el sonido de un reguero de agua que surge de un no se donde… ¡importa sentir!
Ya no soy fulano, que trabaja en la empresa tal y que vive en cual y que tiene….. soy simplemente yo, peregrino como el que duerme al lado. Una persona con la que he pasado unas horas magnificas como si toda la vida hubiésemos compartido mesa y mantel y amigos de toda la vida. Ahora soy camino y el camino soy yo. Como tantas veces le he dicho a los peregrinos que alguna vez decidieron emprender la aventura: ¡»no pases por el camino sin más, deja que el camino pase por ti»!
Y así sin más, amigos y futuros peregrinos, es cenar en los albergues del Camino de Santiago. Compartiendo una cena comunitaria preparadas por los hospitaleros, éstos que le ponen ese ingrediente tan especial, ¡el amor! mucho amor en dosis industriales.
¡Ultreya peregrinos!
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