Mindfulness en el camino de Santiago (I)

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Magia y fuerzas extrañas indeterminadas son las que te llevan a practicar Mindfulness en el camino de Santiago sin saberlo

Mindfulness en el camino de Santiago (I).

El camino de Santiago es mágico. Son innumerables las ocasiones en las que hablas con peregrinos y comentando sus experiencias acaba alabando sus innumerables virtudes. En mis primeros caminos de Santiago ha sido la expresión más usada cuando he intentado explicar mi experiencia: no tengo palabras para describirlo, “¡tienes que vivirlo!”.

Hoy en día puedo decirte y afirmarte fielmente que “el camino de Santiago te induce a practicar Mindfulness”.

¿Mindfulness?

Seguramente hayas escuchado hablar alguna vez del Mindfulness y te habrás hecho una idea de lo que es, más o menos. Te lo voy a exponer a mi manera, de manera coloquial, pero antes no está mal que te diga como lo explica su “inventor” Jon Kabat-Zinn: “El Mindfulness consiste en prestar atención de forma deliberada, en el presente y sin juzgar.” También hay quien lo nombra como “atención plena”, a mí me gusta llamarlo “cultivar la consciencia”. Y así podríamos ir dándoles cada uno una forma distinta según su experiencia en la práctica de Mindfulness.

Vivir la experiencia

Una vez puesto en antecedente estas definiciones, me gusta resaltar una palabra más además de la del “cultivo de la consciencia” y esta es: “experiencia”.

Creo que podría sintetizar mucho lo que significa el Mindfulness diciendo que es: vivir la experiencia del ahora sin filtros, ni juicios y ni expectativas.

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Adéntrate conmigo

Me gustaría proponerte un pequeño juego. Vamos a visualizar (imaginar como si lo estuvieras viviendo realmente). Para ello, torna un poco los párpados y fija la vista a estas líneas y déjate llevar por la lectura. Puede ayudarte a no tener interferencias, un poco de música natural (sonidos de la naturaleza). También percibir el fluir del aire que inspiramos en la punta de la nariz. Éstos simples consejos pueden inducirte a vivir esto que te describo en primera persona y como si fuera real.

¡Sígueme!

Visualízate en un bosque de alta arboleda, robles, castaños, eucaliptos. Es bastante escarpado y aunque parece sobrio es muy luminoso, de hecho, se ven perfectamente los destellos de luz entre las ramas pues de vez en cuando te dan en el rostro.  Vas subiendo por la ladera de un monte por el que puedes definir perfectamente el sonido de aguaceros cercanos, incluso llegan a brotar por la ladera del camino que llevas. Se siente una leve brisa en la piel de brazos, piernas y cara, que hace que te refresque del esfuerzo de la pequeña pendiente que vas subiendo. Sientes que tu corazón late con más fuerza y más rapidez de lo habitual.

¡Siente!

Además, puedes oír esa brisa convertida en viento como azota las ramas en lo más alto, en la espesura verde de las hojas que cruzan sus ramas, haciendo como si de un túnel vegetal se tratara, por el que discurre tu caminar. El olor es una mezcla de vegetales que no se puede describir con muchos detalles, pero predomina el olor a hierba recién cortada, mezclada con el eucalipto y el olor a tierra mojada.

Hace unos días que estás por esos lugares y te diriges hacia el noroeste persiguiendo un fin. Vas haciendo travesías de unos 20 o 25 km diarios y tus pies y piernas empiezan ya a sentir cierto cumulo de cansancio, incluso algún pequeño dolor en dedos y pantorrillas. Aún te quedan otras 5 o 6 etapas para concluir con tu propósito.

Ahora, cierra los ojos, sigue visualizándote en ese lugar y sintiendo las sensaciones y emociones durante unos minutos más, hasta que consideres oportuno volver a seguir leyendo…

¿Donde estabas?

Durante estos primeros días te has adentrado en la aventura sin parar de pensar en lo que has dejado atrás. Si tus hijas lo llevarán bien sin ti, si te echarán de menos, si les faltará algo. También se inundan los pensamientos de si lo que has dejado a medias por hacer podrá esperar hasta que regreses.

Sin darte cuenta enlazas esa tarea pendiente con una conversación con un cliente que ni siquiera ha existido, incluso ni el cliente existe. De ahí saltas a la emoción que te inunda por la irresponsabilidad que has cometido de dejar a tus hijos con los abuelos, que igual ya es una carga para su edad.  Y de repente te ves deseando de llegar al albergue al que debes de llegar, que por cierto aún no sabes ni cuál va a ser. Otra vez vuelven a abordarte las dudas de si en el albergue habrá para lavar la ropa y si el tendedero estará lleno y no tendrás opción de secar la ropa con la consecuencia de tener que llevar la ropa colgada de la mochila el día siguiente para que se vaya secando, etc., etc.

¡Vuelve!

¡Hola! Regresa a aquí, te has montado en tus pensamientos y te has marchado. ¿Dónde te encuentras? Reconócelo, acéptalo y vuelve a centrarte en tu lectura con amabilidad y dulzura.

 

En el camino me ha pasado lo mismo, no he sido consciente de lo que de verdad estaba haciendo. Me he subido en mis pensamientos hacia lugares ficticios y situaciones inventadas por mi mente. Cuando me he querido dar cuenta han pasado 3 o 4 etapas (días) y no se ni por donde he pasado. ¡Me he perdido parte del camino!

 

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¿Te vienes a practicar Mindfulness al Camino de Santiago? Información aquí

 

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